10.05.2008

Ejerciendo mi derecho

Creo que mi quejadera va en aumento progresivo, pero siempre he pensado que quejarse no es sólo un sano ejercicio sino un derecho fundamental, así que nunca me privaré de ejercerlo; no lo hagan ustedes, de hecho, los invito a que lo hagan conmigo.

Así es como hoy yo empiezo a ejercer mi derecho:

*** Inicio de la transmisión ***

Se empezó a bajar la temperatura y ahora esto sí está más frío que Bogotá. Me estoy de verdad arrepintiendo por no haber querido ir con la familia a disfrutar de “la playa” todas esas veces que me invitaron. Creo que ahora empiezo a comprender la desesperación que sentía en ellos por ir al lago, aún cuando tenían que manejar por dos horas para llegar al parque.

Para salir a mi clase de 8am, hoy en día tengo que ponerme saco, chaqueta y bufanda; por lo que no puedo dejar de sorprenderme cuando veo a uno que otro transeúnte en chancla y pantalones cortos… me hacen preguntar quién es el que está viviendo en una realidad alterna. Para colmo, las levantadas a las 6am se están volviendo muy difíciles porque ya no hay luz a esa hora. En cada madrugada se consume una de las débiles y pocas razones que tengo para obligarme a dejar de disfrutar de ese calor y comodidad que la cama me ofrece; placeres que parecen incrementarse exponencialmente cuando la hora de levantarse se aproxima.

Si con la llegada del otoño ya me estoy sintiendo miserable, no me puedo ni imaginar cómo será cuando llegue el invierno.

*** Fin de la transmisión ***

Ejercer mi derecho me ha dejado un poco más aliviada.

9.15.2008

De amores platónicos

El fin de semana no sólo me trajo lluvia en exceso, largas horas de encierro, una suscripción a Netflix y, claro, depresión acompañada de muchas lágrimas derramadas (por hacer terapia inadecuada y ponerme a ver dramonones, ¿así o más masoquista?). Ayer, en Bella, me presentaron a mi nuevo amor. ¡Qué rico ésto de volverse a enamorar! Lo siento, pero tengo que serle fiel a mi corazón, en él no caben dos al mismo tiempo.

9.14.2008

Herencia culinaria

La cocina era para mi algo parecido a la dimensión desconocida, un lugar del que sabía o intuía cosas pero, realmente, nada en concreto, solo eran especulaciones. En este caso, el misterio tenía que ver con la forma como los alimentos que llegan a ella, dentro de muchas bolsas de plástico de algún supermercado, son transformados en maravillosos platos humeantes que provoca comérselos sin dar tregua. Bueno, por lo menos eso era lo que la sazón de mi madre me hacía sentir.

Vivir por mi cuenta me hizo enfrentar sin remedio a esa zona de la casa a la que yo temía tanto y ante la cual tantas veces me arrodillé para agradecerle, de corazón, el haberme entregado casi ilesa a mi madre después de sus muchas cruzadas; y digo “casi” porque, en ocasiones, no faltó el dedo cortado o el quemón en el brazo.

Hoy salí de la cocina feliz y asombrada por la buena sazón de un pollo sudado con papa que me arriesgué a preparar, sin más condimentos que la sal y el sabor natural de medio pimentón anaranjado, medio de uno verde, un tomate rojo y media cebolla. Mientras saboreaba el primer bocado no pude diferenciar el recuerdo del presente y sentí un anormal orgullo por mí misma (¿o por mi madre?) porque cocinar sin envenenar resultó ser innato en mí. He heredado la sazón de mi madre, no hay otra explicación porque a mi nadie me dio clases de culinaria ni me habló sobre el equilibrio químico de los condimentos en los alimentos.

Lo cierto es que la cocina seguirá siendo un lugar de respeto en mi casa porque ya sufrí las consecuencias de cocinar con afán y, al parecer, esos comportamientos son castigados en el sagrado templo del sabor; esta vez fue mi pulgar izquierdo el que casi termina como ingrediente adicional en la cena.

9.11.2008

Extraño...

Mi cobija de sedita...

Levantarme con el Himno Nacional...

Saber que mi gato está afuera, enfrente de mi puerta, ronroneando y esperando que le abran para meterse en mi cama y descansar de sus exploraciones nocturnas...

Los ruidos matutinos que mi mamá hace en la cocina, cuando prepara el desayuno, en mi cuarto, al entrar para dejarme la fruta picada sobre el escritorio y, en el cuarto de la TV, con sus 30 minutos de bicicleta estática...

El abrazo de buenos días con mi papá y los siguientes 5 minutos en el carro mientras me lleva a Transmilenio...

Escuchar ese “te amo”, sentir la necesidad de decirlo también, reiterar el sentimiento con un beso en los labios y ese suspiro que de mi sale cuando la tranquilidad me envuelve en sus brazos...

Los olores y voces de aquellos a quien conozco tan bien...



Son tantas cosas las que extraño, unas simples otras profundas, y tantas otras las que ahora me son tan extrañas...

Hoy me siento extraña...

9.02.2008

Veinti-one millas to Harrison Ford, perdón, Road.


Ha pasado tiempo, seguro. Llegan las noches y cada vez que me siento en frente del computador, con la idea de adelantar trabajo, claro está, termino desperdiciando las horas libres, una vez más y cada vez de una forma más descarada.

La soledad anda como embolatada pero los recuerdos más vívidos que nunca. A veces sueño con una realidad alterna en la que todo es perfecto, pero cada mañana despierto sintiendo que ese sueño está cada vez más lejos.

El trabajo me tiene asustada, sobre todo por el gran número de trivialidades que no estoy acostumbrada a hacer. No puedo dejar de sentirme insegura cuando tengo que hacer cosas como sembrar una planta en una pinche matera o manejar una gran camioneta a 70mi/h. Yo se lo estúpido que puede llegar a sonar eso, pero es la verdad, así me siento últimamente.

Me frustra tener que preguntar cada simple detalle, depender de tantas personas para poder hacer algo y, sobre todo, no entender el 30% de las cosas que me dicen en inglés. Sigo pensando que necesito meterme en clases de conversación para, por otra parte, mejorar mi pronunciación. Tengo un grave problema con las vocales, la B, V y Z. Pero más grave es escucharme decir cosas en Espanglish sin siquiera pensarlo. Parece que empiezo a olvidar de a palabras el único idioma que supuestamente manejo, pero tampoco me puedo comunicar bien en inglés, ¡qué buena combinación de eventos! Soy víctima de algún tipo de anulación lingüística… debería empezar a leer más. ¿Alguna sugerencia?

7.05.2008

Avena espesa para uno

Hace años yo era una persona muy solitaria, introvertida, insegura y depresiva, principalmente por tener que despertar cada día sin una razón de existencia clara que me ayudara a salir del pozo profundo en el que me había adentrado ya demasiado.

Logré cambiar y encontré la felicidad, ya era rara la vez en que me encontraba llorando sin alguna razón aparente porque dejé de vivir con esa depresión abstracta que nublaba mis sentidos. Me empezó a gustar el estar rodeada de gente para compartir momentos y reírme a carcajadas o simplemente para disfrutar el silencio mientras observaba un par de ojos que me recorrían como si fuera la primera vez que me veían. Ya no me gustaba quedarme encerrada y sola en mi cuarto, ni pasar horas enteras viendo malos programas de TV o llenando hojas de un cuaderno con palabras de tono suicida.

Ahora, todo ha vuelto a cambiar y me da miedo volver a ser esa solitaria llena de una infinita tristeza, de esas que se pegan al alma como chicle derretido y que son muy difíciles de quitarse de encima.

No me gusta pensar en lo que perdí, trato de no hacerlo y ocupar mi cabeza en lo que ahora importa. El problema es que, por estos días, hay ciertas cosas que me lo recuerdan frecuentemente, cosas como el eco de mi voz en este vacío apartamento, y una mesa para cuatro y dos individuales que, por ahora, sólo uso yo. Mi vida ha cambiado. Llego del trabajo a cocinar o a limpiar pisos, paredes o mesones, lavo ropa un viernes por la noche, no salgo a la calle por un día completo (pero trato de bañarme), no veo TV (aunque seguramente es porque no tengo una), hablo mucho por celular (aprovechando que después de las 9pm y los fines de semana es gratis) y uso Skype por horas (para aunque sea ver esas caras que antes podía tocar si quería).

El cambio en mi vida hace que cada día admire más a mi madre, mi vida es muy fácil a comparación de lo que tuvo que vivir ella por tantos años en los que, además, sin quejarse jamás, llegaba a casa, después de su larga jornada laboral, a cuidar de su esposo y dos hijos. Me siento muy desagradecida con ella. Creo que nunca le hice saber todo lo que aprecié su amor incondicional porque son de esas cosas que uno disfruta sin saber que las tiene. Todo lo que ella hacía era perfecto… a mi todavía la avena me queda espesa.

6.23.2008

With or without you

Esa canción siempre me ha gustado, gustado muchísimo, pero nunca me había sentido identificada con la letra porque eso de “no poder vivir contigo o sin tí” no me parecía que tuviera mucho sentido… hasta ahora.

Me estoy dando cuenta que tengo la suerte de encontrarme con hombres que valen mucho la pena pero que, por desgracia, sólo puedo tener por un rato, ratos que se sienten como brisa que refresca mi existencia por maravillosos segundos, o, si tengo más suerte, años enteros. Sin embargo, siempre me quedo con las ganas de más o, peor, sin saber si quiera lo que es amanecer abrazados en una cama deshecha.

You give it all but I want more.

Cómo quisiera pedirle a la vida más tiempo para conocerlo y empezar a ver el mundo a través de sus ojos. Necesito más tiempo para compartirle mi vida y poder construir una juntos, poco a poco, sin afanes y sin esa incertidumbre de no saber si será posible llegar hasta el final del camino.

¿Cómo pedirle a la vida que no me deje otra vez sola entre nubes color rosa y el dulce olor del jazmín?

He’s got me with nothing to win but nothing else to lose.

Me he quedado sin nada que perder porque lo he perdido todo por ir detrás de lo que antes no tenía y es ahora cuando me doy cuenta que no puedo ganar sin perder.

Acá dejo el link al videoclip (deshabilitaron la opción de embedded object) de U2 para que, con los ojos cerrados, nos encontremos en algún lugar en la oscura profundidad de la mente y sus recuerdos.

6.14.2008

Viernes 13

En contra de toda predicción, perdí mi conexión Detroit-Lansing por culpa de Northwest Airlines. Salimos una hora tarde de Fort Lauderdale y, cuando ví que eran las 10:30pm (mi conexión era a las 10:32pm) y todavía no habíamos aterrizado, me empecé a dar cuenta que mi viaje iba a tornarse algo oscuro, mis manos empezaron a sudar más de lo normal y, de hecho, no han parado de hacerlo.

Salí del avión tan rápido como se puede correr con una mochila grandota y una de rueditas que no podía ni alzar, por un estrecho pasillo lleno de más maletas y gente que quiere ser la primera en cruzar la puerta. Al llegar al gate me encontré con una azafata que me regañó y trató como imbécil por hablarle mientras estaba ayudando a un cliente que no vi por andar pensando sólo en mis problemas. Me mandó a buscar el GATE- FOUR-ONE-SLASH-FOUR-THREE, sí, me lo dijo como a una retrasada mental que, además, es sorda, pero bueno, no dejé que eso me afectara, o creí que no me iba a afectar.

Reventé en llanto -sí, lo admito, chillo cuando estoy muy estresada, pero me ayuda a desahogarme, cada cual revienta como puede, supongo- cuando me senté en frente de un teléfono público para tratar de llamar a mi familia para contarles que me tocaba pasar la noche en Detroit y que el siguiente vuelo a Lansing era a las 24 horas.

Northwest no se hizo cargo de los costos del hotel pero dicen que aseguraban darme, como distressed passenger, los precios más bajos. Sesenta y nueve dólares, que resultaron ser casi 80 por los impuestos, y un poco más 20 dólares en llamadas que tocaba hacer desde la habitación fue la primera cuenta que pagué como mujer independiente en este país. Mi recompensa fue una larga ducha con agua caliente y una cama enorme por unas horas de descanso.

La suerte es que tengo familia en Lansing. Al saber que estaba en Detroit sola, salieron disparados en el carro a recogerme, manejaron hora y media hasta el hotel y llegaron sobre las dos de la madrugada a mi habitación. Se quedaron conmigo hasta el amanecer. Salimos a las 7am rumbo Lansing, yo sintiéndome como si me hubiera arrollado un camión, por dentro y por fuera.

Todavía no me recupero, miro por la ventana y parecen las 5:30pm cuando en realidad son casi las 9pm... pero me gusta lo calmado que es Lansing, no hay tráfico ni montones de gente por ahí armando caos, por lo menos ahora se que el estrés vendrá de otras fuentes.

6.11.2008

De sueños imposibles

Abro los ojos, cada mañana, medio dormida, medio despierta, mientras las imágenes soñadas desaparecen, poco a poco, como desvaneciéndose con la luz del nuevo día que comienza y con la certeza de que es un día menos en casa pero un día más cerca de esa vida desconocida que me espera.

Trato de recordar lo que sueño, me gusta intentarlo, ¿lo han tratado?, pero es inútil, sólo son fragmentos lo que logro reconstruir. Dicen que, a veces, los sueños son tan reales que es difícil distinguirlos de la realidad. A mi me gusta pensar que hacen parte de una realidad alterna y misteriosa que llega a mi apenas como cortas imágenes que, si soy lo bastante afortunada, logran confundirme. ¿Quién es esa mujer que puede hacer lo que despierta me he atrevido a pensar?

Soy pasional y muchas veces cometo el error de actuar por impulsos sin antes hacer uso de la razón. Soy descarada porque nunca me he arrepentido del todo de las, posiblemente, malas decisiones que he tomado. Soy arriesgada porque no me gusta quedarme con las ganas de haberlo por lo menos intentado… pero me molesta no poder tener control sobre las cosas y tener que pensar en las posibilidades, no quiero seguir haciéndolo, ya es demasiado doloroso.

Abro los ojos y ante mi la puerta me espera a que la cruce.

5.07.2008

Quien madruga, encuentra todo cerrado

Empezó el conteo regresivo y ahora me tengo que apurar para sacar los papeles que me hacen falta. El grave problema es que nunca me ha gustado hacer vueltas legales por lo interminable y desesperante que puede ser la espera, sin poder escuchar música ni sumirme por completo en la lectura de algún buen libro por evitar el horror de no escuchar o ver que es ya mi turno y tener que perderlo por no estar atenta.

Ayer no fue la excepción a la regla, todas las vueltas fueron una completa pesadilla.

Madrugué para no estar preocupada y tener mucho tiempo, me llevé el carro dizque para facilitarme la vida y, además, le pedí a una amiga que me acompañara para no andar perdida entre papeles, procedimientos, calles, carreras, diagonales y transversales. Salí a las 6:30am creyendo que me iba armada contra cualquier eventualidad, qué ingenua, a medida que avanzaba el día me iba dando cuenta de que mis muchas precauciones no sirvieron para nada.

Salí de casa, prendí el carro y claro, tenía que estar sin gasolina, abrí mi billetera para volver a hacer cuentas, ya lo que tenía no alcanzaba, pero bueno, ni modos, algún cajero encontraría en el camino, no me dejé desanimar.

Recogí a mi amiga, llegamos al Ministerio de Educación Nacional, antes de que abrieran y yo seguía feliz, pero la felicidad empezó a tornarse oscura cuando después de muchas vueltas no encontrábamos un parqueadero, no importaba a cuántos policías ni soldados les preguntara, todos me decían, con sonrisa burlona, que en el sector no había ningún parqueadero. ¿¡Cómo así que no?! A sugerencia de uno de ellos, me tocó dejar el carro en el centro comercial *más cercano*, del que casi no podemos salir porque todas las puertas estaban cerradas, y hacer una buena caminata matutina que nos dejó bien acaloradas, no hay nada de malo en ello, eso es cierto, lo malo es que a un completo sedentario le toque hacer ejercicio con bolso, jeans, botas y chaqueta para el frío. Una vez en el Ministerio, ya eran pasadas las 8am, me dieron un papelito con el valor que debía cancelar por cada sello que me iban a poner para validar que la institución que me había dado esos diplomas y notas era legal, cuenta que tocaba pagar en un banco que quedaba a unas cuantas cuadras, seguir caminando ya no importaba tanto, pero llegar y ver un letrero que decía: “Horario de atención: L-V de 9am a 5pm” me dejó sin aire. ¿¡Cómo es que un sitio lo abren desde las 6:30am y el banco hasta las 9am!? Esperamos ahí sentadas, echamos rulo mientras la fila detrás de nosotras iba creciendo para parecerse a una culebra. Abrieron, a las 9:05, yo feliz porque era la primera en ser atendida pero nadie contaba con que íbamos a tener que escuchar aquella frase tan coloquial: “lo sentimos, no hay sistema, no sabemos cuánto vaya a tardar en ser arreglado el problema, pero pueden dirigirse a nuestra otra sucursal, queda a cuadra y media”. Sin pensarlo dos veces, ya no se si hice lo correcto, salimos corriendo a la otra sucursal -pensando que acabábamos de perder una hora de la manera más estúpida por no corroborar la dirección escrita en el papelito que me habían dado en el Ministerio- que nos recibió atestada con viejitos muy canosos y encorvados reclamando la pensión, y acá tengo que admitir algo de lo que no estoy muy orgullosa, nos le colamos a los viejitos para entrar antes y traté de no escuchar que al final de la fila uno de ellos gritaba que la fila era para todos.

Ya eran pasadas las 9:30am cuando llegamos de nuevo al Ministerio, allá la espera fue menos pero el no haber desayunado antes de salir de la casa ya estaba haciendo estragos en mi pobre barriga acostumbrada a los buffets del Irotama.

La siguiente parada fue el Ministerio de Relaciones Exteriores con el fin de apostillar mis documentos, para animarme, mi amiga no dejaba de contarme sobre las dos ocasiones que fue por allá a hacer las mismas vueltas que estábamos haciendo, que eso era súper rápido, que no se había demorado más de 20 minutos. Casi nos vamos de para atrás cuando nos encontramos con que había fila, una fila que avanzaba lentamente de a cinco en cinco. Como media hora tuve que esperar a que me dejaran entrar, teniendo que haberme quedado por última vez atrás por ser la número 6 aunque yo insistía en tratar de animarme pensando que ahora era la primera de la fila. Adentro hacía un calor infernal y la gente ya no podía con la cara de aburrimiento, sentimiento que compartí con ellos cuando al ver el digiturno me di cuenta que habían más de 80 turnos antes que yo. Esperé y esperé. Finalmente, justo cuando pensé que la pesadilla estaba a punto de acabar, vi que una de las apostillas decía: “Diploma” en lugar de “Certificado de calificaciones”. No me quedó otra que seguir ahí, esperando a ser llamada, para poder luego salir a respirar. Mi amiga ya parecía indigente, llevaba sentada en el piso más de hora y media.

Llegué a casa pasadas las 4pm, eso sí, después de renovar energías con una sopa de tortillas, una pizza hawaiana y dos jugos de frutas.

Pues si, Laura y las vueltas son como el agua y el aceite, no les gusta mezclarse, son más felices si permanecen en confrontación, eso sí, es evidente que yo soy el agua, al aceite le parece estar mejor encima, oprimiendo y sofocando de la forma que más le parezca adecuada… y por favor no le busquen el doble sentido a lo que acabo de escribir. Lo cierto es que, a veces, pienso que todas esas cosas que me pueden pasar en un solo día, son como un mal sueño. Mi amiga dice que necesito un rezo, o algo por el estilo, para alejar esas malas energías... tal vez tenga razón.