5.23.2007

Buscando nuevo apodo

Me frustra saber que todo el trabajo que estoy haciendo simplemente servirá para graduar a un estudiante más, para sacar un diploma más. Me desanimo cuando pienso que mi tesis quedará archivada con otras miles en la biblioteca de la universidad y me da mal genio no poder hacer algo para que todo este esfuerzo realmente sirva... algún día.

No ser parte del selecto grupo del laboratorio ya no me causa gracia, ahora me llena de una profunda tristeza que sale de mí en forma de mal genio. No estar dentro significa que no eres importante, que no te paran bolas, que te dejan solo y que uno mismo tiene que ver cómo se las arregla. Sí, es bueno ser independiente, eso lo se, pero ser ignorado o que lo dejen a uno con la palabra en la boca, es bien maluco y ya no me parece chistoso.

Lo cierto es que ya no me gusta cuando hay más de 5 en el laboratorio. Me volví una mamá regañona que salta cuando encuentra la balanza sucia, los reactivos por fuera del estante, el desecho acumulado, el mesón manchado o las canecas a reventar. Igual, sigo pensando que si tengo que pasar 8 horas (a veces menos, a veces más) en ese laboratorio, pues lo mínimo que debo hacer es mantenerlo limpio y organizado para poder trabajar. Es evidente que ninguno está acostumbrado a andar limpiando en la casa, yo tampoco, soy una mantenida, una completa sanguijuela, pero ni modos, el laboratorio se ha vuelto mi segundo hogar y por eso no me molesta limpiar. Ya se podrán imaginar cómo me quejo por las tareas que los demás dejan de hacer, me molesta muchísimo que nadie responda por las cochinadas que se encuentran por ahí.

En fin, me volví una completa mamera y ya me están buscando apodo. ¿Alguna sugerencia?

5.22.2007

Supercombo sabanero

Así eran nuestros resultados, algunos tejos lograban llegar a la arcilla, los otros quedaban perdidos por el suelo.

Sí señores, nos fuimos de "tejistas" a Cogua, después de cebarnos con una deliciosa fritanga, y el marcador final no fue nada alentador: Dos mechas (pero ojo, una no sonó) y una embocinada entre 9 jugadores. Definitivamente, las raíces cundiboyacas no han logrado arraigarse, apesar de habernos bajado petaco y medio de Aguila (bien tibia, eso sí... tal vez fue por eso, ahora que lo pienso).

Los jugadores observan la técnica del pueblerino mayor. El señor trataba de educarnos en las tradicionales artes cundiboyacas.

Como era de esperarse, no salimos ilesos. Un importante jugador se "escalabró" el coco y terminó con un chichón rajado en la frente. El pobre no vió un decorativo tubo que salía de la pared cuando se agachó a recoger el tejo.

Jose escalabrao por borracho animal

Lo cierto es que los jugadores profesionales, mientras nos dejaban sordos con cuanta mecha reventaban, también nos educaron con sus nuevos estilos de peinado. Ahora, los hombres quedaron con ganas de raparse para dejarse un único mechón engominado en la frente, con su respectivo bozo incipiente, obviamente.

Una experiencia que vale la pena repetirla. ¿Cuándo le hacemos otra vez?

5.16.2007

De vuelta a los químicos

En esto quedó mi intento por llevar un estilo de vida sano: Media pastilla de Amitriptilina por las noches y una de Naproxeno cada 12h. Al parecer, una sobredosis de estrés hizo que a las 10 de la noche mis papás tuvieran que llevarme de urgencias a la clínica porque el dolor de cabeza y el vómito eran ya intolerables. Migraña severa vascular, fue el diagnóstico. El peor episodio que he tenido en mi vida. Me dieron dos días de incapacidad, pero sólo me tomé uno porque el trabajo represado no da tregua. El dolor sigue, pero ya ha disminuído muchísimo, ya no me muero (para la desgracia de algunos y la dicha de otros).

5.07.2007

Primeramente...

Sí, "primeramente" fue una de las barrabasadas que dije por no controlar los nervios cuando presenté mi trabajo en el congreso. Les juro que no me estresaba tener que presentarme ante un montón de gente otra vez, fue mi jefe la que hizo que la inseguridad invadiera mi cabeza cuando me dijo: "Laura, su trabajo es uno de los 7 que quedaron seleccionados para participar por el premio Elizabeth Grose, hay 2 LAMFUs, así que mucho ojo con esa exposición, no nos vaya a hacer quedar mal". Dicho esto, sentí que no iba a ser capaz y que la iba a embarrar al tratar de mostrar mis escasos resultados como si fueran la panacea.

Nunca hubiera pensado que iba a hacer el oso pero por inventarme palabras, por confundir centímetros con milímetros (me pidieron el sacabocados con el que hacía esos orificios de 0.5mm), por decir luminiscencia en lugar de luminosidad, entre otras que habré dicho pero no recuerdo (de hecho, solo fui consciente del "primeramente").

No me gané el premio, pero se lo ganó el otro LAMFU, mi compañero y gran amigo Alejandro Rojas (no se si él piense lo mismo de mí), por lo que sí hubo razón para celebrar el viernes a pesar de sentirme algo frustrada (claro que eso terminó ahogándose en cerveza). Aunque siempre me dije que no había forma de que yo me lo ganara (sobre todo cuando supe quiénes eran los otros que estaban concursando), aunque haya tratado de ignorar a esa vocecita interior (y la de mi amiga Angelita) que me decía: "¿Y que tal que sí?", logré envenenarme con tóxicas dosis de orgullo y amor propio (pero nunca me volverá a pasar). No me he ganado nada desde que tenía como 4 años, esa vez fue una yogurtera -que nunca se usó y que terminó en la basura con el paso del tiempo- y algo de plata -que se usó para comprar vestiditos (sí, yo alguna vez usé faldas, fui una víctima de mi mamá).

En ese sentido, hoy todavía sigo con las manos vacías... quisiera pensar que por lo menos hice reír a la gente con mi "buen" manejo del idioma.