1.14.2009

Año nuevo, ¿vida nueva?

El año viejo no me habrá dejado una burra negra o una yegua blanca pero sí me dejó mi vida dividida. Ahora tengo dos vidas pero ninguna está completa y juntas se contraponen. Feliz sólo soy cuando estoy en “modo negación” y logro anular la inestabilidad que hay en cada una de ellas por las carencias que existen. El problema es que ya me cansé de vivir en negación y siento que es hora de seguir adelante, antes de que una depresión termine consumiendo la única energía que me queda, la que uso para enfocarme en mi trabajo. No dejé mi hogar para venir a deprimirme en este congelador y, de hecho, debería aprovechar estas bajas temperaturas para conservarme junto a mis estados de energía útiles.

Todo es un riesgo en la vida, pero también sé que vivir no sería interesante si tuviera una bola de cristal para ver lo que va a pasar al final del camino por el que he decidido avanzar. ¿Cuál sería entonces la gracia de vivir? Ahora, la idea tampoco es martirizarme como lo que estoy haciendo ahora, mientras me obligo a creer que yo no merezco ser feliz y que estoy destinada a envejecer sola, embriagando las penas con aguardiente, aunque no estaría de más aprender a tomar whisky para el alma y evitar los dolores de cabeza.

Quiero seguir adelante, pero dando las gracias (aunque no sé a quién) por haber tenido la suerte de encontrar en el camino a esas personas que han hecho de mí lo que hoy soy. Gracias por llenarme la cabeza de embrollos y hacer de mi vida algo más que una simple y llana existencia.

On a river of sadness I sail to a land where bliss awaits me.
O al menos eso es lo que quisiera pensar.