4.30.2008

I could me happy

Mañana empiezan las vacaciones y heme en casa, sola, con una botella de Heineken, bien fría y recién destapada, que me esperaba en la nevera desde el día de mi grado. Cerati me acompaña, aunque ahora quiero escuchar algo de Snow Patrol, di con ellos recientemente y me ha gustado mucho el tono romántico de muchas de sus canciones, sobre todo que algunas se sienten como propias, como que relatan fragmentos de mi historia.

Llegó mayo, el último mes completo que estaré en Colombia y aunque quisiera pasarlo con la gente que más voy a extrañar cuando me vaya, no voy a poder hacerlo… dos semanas me esperan en Washington para asistir a una ceremonia en memoria de los soldados caídos (una prima política, ranger de vida silvestre, murió en un ridículo accidente de automovilismo, y prometí acompañar a la familia).

No sé si serán los 5º de alcohol que ya se encuentran en mi torrente sanguíneo o que , ya muchos saben lo mediotrago que puedo llegar a ser, pero me da mucha melancolía saber que ya no podré armar esos planes con mis amigos, sí, yo sé, amigos podré hacer a dónde vaya, pero muy seguramente ninguno de ellos se divertirá tan fácilmente con una pelota para pilates o haciendo montonera y caballito, esa clase de amigos no es que abunde por ahí. Los voy a extrañar demasiado, y la palabra *demasiado* ya implica cosas negativas…

Sí, es oficial, ya me cogió la cervecita, acabo de regarla... me tocó dejarles el video de la canción que está sonando, justamente en este momento, mientras voy a limpiar el reguerito, hermosa canción, por cierto.

4.25.2008

Palm wins by TKO

Desde que entró a mi vida, la palma de aceite no me deja ser feliz.

Su primer golpe fue cuando la encargada de un proyecto para determinar el agente causal de una grave enfermedad en esta planta, persona que yo estaba entrenando para que pudiera salir adelante con el aislamiento e identificación de microorganismos que, por su preparación como ingeniera, no manejaba para nada, decidió dejar todo de un día para otro para irse detrás del novio a Estados Unidos. En el momento, desconozco el paradero de este gran profesional, pero, la verdad, prefiero que siga así para evitarme los problemas que acarrearía haberle echado encima todos los cultivos de bacterias apestosas con los que no me he podido acostumbrar a trabajar. Odio las bacterias.

Su segundo y, hasta el momento, último golpe ocurrió esta semana, en forma de una nata de aceite flotante sobre el mar. Ahora esta desgracia ecológica, además de atentar contra el equilibrio natural del ecosistema, también pueda que afecte el único viaje romántico que podré hacer con el morcho antes de la separación forzada que nos espera en junio. El destino puede ser muy cruel.

Pero aún me queda la pregunta: ¿¡Qué le he hecho yo a la palma de aceite!?