Anoche me encontré llorando al revivir lo que un corazón roto ha escrito en su diario de papel.
Durante muchos años, esas pobres páginas han sido testigo de días llenos de una infinita y profunda soledad, de muchas desilusiones y sueños rotos, así como de miedos de vivir. Sin embargo, ahora las entradas son esporádicas y ya las lágrimas no son el trago amargo que acompaña a quien escribía garabatos como frases incoherentes por la desesperación. Es extraño. Me siento diferente. Me siento tranquila y completa. Ya no tengo miedo del amor, aunque todavía persisten demonios de otro tipo que no he podido exorcizar.
Empieza un nuevo año y, aunque no es claro todavía el camino que he de tomar, se que no estoy sola. Me hago vieja pero no estoy sola. He cometido muchos errores que han sido dolorosos no sólo para mí. Pero tengo suerte. No estoy sola y no quiero desperdiciar las nuevas oportunidades que la vida me ha dado, pese a que muchas veces sienta que no lo merezco.
Les digo que el año empieza para mí sin sueldo pero con mucho trabajo e ilusiones de una vida mejor.
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