6.27.2007

Lo que hace uno por la familia

Subí a Monserrate a pie. Nunca lo había hecho y creo que no lo vuelvo a repetir, sobre todo por la gama de malos olores -más frecuentes hacia el lado de los amoniacados- que despedía el trayecto hacia la cima. Lo cierto es que uno sí encuentra cuanta caseta de vieja hojalata quiera, cada una de ellas convertida en tienda en donde se puede conseguir desde guarapo hasta Coca-Cola, aunque yo no recomendaría consumir ninguna de esas bebidas fermentadas en quién sabe qué olla. Caseta convertida en baño no ví, aunque pensándolo mejor, entrar a una cosa de esas debe ser una experiencia del inframundo, así que mejor seguir arrojándolo todo a la pobre madre naturaleza. Pueden ver fotos del lado bueno del paseo en mi flickr, chévere si me dejan comentarios o, mejor aún, si se unen a la comunidad.

Subimos porque llegaron de Suiza mi prima Diana con su novio Reto (los de la foto, claro). Están ambos estudiando medicina y decidieron hacer una pasantía de 3 meses en Bogotá en algún hospital del sur donde necesitan su ayuda. Muy sanos ellos, no toman, pero claro, mi lado endemoniado les sacó un día el coctelito con amaretto y jugo de naranja, ¡cómo brindamos con ese rico juguito!, se notó que les gustó mucho, en especial a Reto, no puedo dejar de pensar que esa palabra no puede ser un nombre.

6.22.2007

Requiem por un pajarito

En las mañanas, Enki siempre se escabulle en mi cuarto tan pronto mi mamá entra para dejarme un jugo de naranja encima de mi escritorio. Ella entra y empiezo a escuchar como la campanita del collar de mi gato suena cada vez más rápido, hay un silencio y, al siguiente segundo, siento su peso encima de mis piernas. El ronronero aumenta y el sentir su fría nariz cuando toca mi mano me obliga a abrir los ojos para consentir su suave cabecita. Me gusta pensar que esa es su manera de darme los buenos días.

Ayer en la mañana nada de ésto ocurrió. Me pareció extraño pero me fui a bañar. Cuando salí de la ducha escuché su campanita sonar en el patio, abrí la persiana y ví que lanzaba algo gris por el aire. Era un pajarito, un copetón, todavía pequeño porque su plumaje no era de ese color café característico de la especie. Jugó con él un rato más, lo lamió, escupió las plumas que se le quedaban pegadas a la lengua y, al parecer, después de aburrise, lo dejó tirado en el suelo para irse a comer los trozos de papaya que mi mamá le deja en su plato de comida en la cocina. Pero ese no fue el fin de ese pobre pajarito, anoche sólo encontré la cabeza y una parte de una ala en el patio.

Enki ha matado su primer pajarito, o por lo menos eso es lo que yo pienso mientras trato de borrar de mi mente ese recuerdo de haber encontrado varias plumas grises en mi cuarto hace ya varias semanas.

6.17.2007

Flores que me hacen sonreir


La gerbera es mi flor favorita. Alguna vez compré dos plantas y las sembré en el jardín de mi casa con la esperanza de verlas florecidas por mucho más tiempo y con más frecuencia, pero a la semana ya las babosas, esos moluscos voraces que, a diferencia de los caracoles, andan por el mundo sin la casa a cuestas, habían hecho de las suyas: convirtieron mi ilusión en un nutritivo alimento.

Ya no tengo gerberas en mi jardín, pero tengo a alguien que las compra para mí cada vez que las logra encontrar. Ahora tengo cinco gerberas amarillas, en un florero blanco, que así como adornan mi casa, adornan mi cara con una sonrisa cada vez que las veo cuando salgo por las mañanas a trabajar.

6.06.2007

Se hizo el milagrito

Y yo que tanto me quejaba de la poca atención que me prestaban y vea, mi jefe se puso la bata para trabajar conmigo y hasta el marido terminó sentado en mi mesón ayudando con la extracción de ADN... pero ni por esas salió, creo que debo estar rezada o algo, me va a tocar hacerme un baño con hierbas para purificarme, tal vez me he llenado el alma de demasiados malos sentimientos y mis bichitos están secos de tanta mala actitud.

6.03.2007

Se acabó la escapadita

Ya estoy de vuelta (para la alegría de mi anónimo señor x) y aunque el fin de semana estuvo pasado en lluvia, nos fuimos bien acompañados.

Ser un foco infectivo de mala actitud me obligó a tomarme tres días para poder alejarme de la gente del laboratorio y de mi trabajo. Ya empezaba a tener demasiadas peleas ridículas con mis compañeros y eso no aguanta.

Mañana comienzo una nueva semana y espero llegar con un nuevo aire, aunque ya voy atrasada con mi cronograma de vacaciones (que, por cierto, fueron estos tres días que pasaron) porque mis endófitos se niegan a liberar su preciado ADN. Se supone que tengo que ir a San Diego a finales de julio a presentar prácticamente toda mi tesis pero, para ser sincera, prefiero quedarme en Bogotá porque, por una parte, no alcanzo a tener todos los resultados para ese congreso y, por otra, no habría dinero extra para gastar, cosa que no me agrada para nada porque, por alguna razón todavía desconocida para mí, en esas tierras extranjeras el gen del shopping se me activa y tener que silenciarlo a la fuerza puede ser perjudicial para mi salud.

Bueno, y para terminar, por acá les dejo la fotico de un workaholic que será mi santo de devoción para lo que queda del año.

Buen macro, ¿no? :D