Mi tía me vino a visitar por una semana y se hizo lo posible por dejar el trabajo a un lado para estar con ella. Hacía dos años que yo no la veía y para ella eran 40 desde la última vez que vino a Michigan. Su historia de inmigrante comenzó en este estado, lavando tiestos mugrientos para ahorrar algo de dinero. Así se pudo pagar su curso de inglés en MSU, y muy orgullosa volvió al campus a recorrer sus pasos. Ella es una de tantas personas que vivió el "sueño americano" a punta de sudor y lágrimas.
Pero esta vez ella volvía como turista y la llevé a recolectar arándanos azules, de paseo por el lago Michigan, a jardines, a museos, ¡y hasta a trabajar en viñedos conmigo! Hoy se fue, y me quedé sola con la gata y un montón de fotos que me hacen sonreír.
Pero esta vez ella volvía como turista y la llevé a recolectar arándanos azules, de paseo por el lago Michigan, a jardines, a museos, ¡y hasta a trabajar en viñedos conmigo! Hoy se fue, y me quedé sola con la gata y un montón de fotos que me hacen sonreír.
2 comentarios:
Esos encuentros alimentan el alma, y te llenan de algería. Charlar sobre la familia, traer recuerdos a la memoria, sentir de nuevo a alguien de tú familia cuando estas tan lejos es algo inigualable.
Que afortunada eres al recibir esa revitalizante visita.
Me hiciste recordar a mi familia
Saludos desde escandinavia
Chocato
De verdad que sí, me siento muy afortunada.
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